Nos enteramos días atrás de que el presidente de la
comunidad autónoma de Murcia, Pedro (Antonio) Sánchez (a qué me recuerda este
nombre) iba a declarar en el juzgado como investigado por un asunto que viene
de sus tiempos de alcalde en un pueblecito de la región.
Como todos recordamos, pues ha habido ya famosos precedentes
en los casos de Griñán y Chaves en Andalucía (gobierno PSOE, como siempre allí)
y Rita Barberá, exsenadora del PP, hay un punto del famoso pacto entre PP y Ciudadanos
por el que se comprometen a que
cualquier cargo público imputado por un caso de corrupción, se vea obligado a
dejar su puesto de inmediato. Textualmente:
“93. El Partido Popular y Ciudadanos se comprometen a la
separación inmediata de los cargos públicos que hayan sido imputados
formalmente o encausados por delitos de corrupción, hasta la resolución
definitiva del procedimiento judicial. Asimismo, se comprometen a que las
personas que se encuentren en dicha situación no puedan ser incorporadas en las
candidaturas electorales ni ser nombrados para desempeñar cargos públicos.”
El portavoz del PP señor Maíllo declara que el pacto con
Ciudadanos lo firmaron porque eran “lentejas”. Así nos informa de que firmaron
los documentos que les pusieron por delante para conseguir los votos del
partido centrista cara a poder presentarse a la investidura con una mayoría visible
y conseguir el gobierno, pero no con la intención de cumplirlo. Maquiavelo
hubiera aprobado, alborozado, esta determinación.
Innumerables son las manifestaciones de cargos populares en
diferentes sentidos, pero todos en la misma dirección: Sánchez, como el otro,
no dimite. A pesar de que hubiera firmado un pacto similar en su acuerdo de
investidura. A pesar de que podemos ver una y otra vez en televisión al mismo
sujeto declarando que si es imputado, se irá antes de que se lo pidan.
Más allá del absurdo de la argumentación, por llamar así a
lo que son simplemente excusas de mal pagador, de los portavoces del partido
del gobierno, (es que no está imputado, es que no es imputación formal, es que
es un error administrativo, no es corrupción, es que es una decisión personal
del presidente, es que sólo se irá si se le abre juicio oral, es que se viola
la presunción de inocencia…), lo interesante del caso es poner de manifiesto la
voluntad inequívoca de los dirigentes del Partido Popular de incumplir los
pactos que han firmado.
Los dirigentes políticos no pueden cumplir sus programas
electorales. No pueden pasar de ser una declaración de intenciones, el rumbo
previsto a tomar, pero nadie puede prever las circunstancias que surgirán en
los siguientes años, que podrán hacer más o menos factibles muchas de las
medidas prometidas. Los electores juzgarán en la siguiente convocatoria.
No es lo mismo cuando se firma un pacto de gobierno, de
investidura o similar con otra formación. Los compromisos son claros y se es
deudor del otro, que, caso de no ver cumplidos los acuerdos, puede abandonar a
su socio con todo el derecho.
Aquí se da un manifiesto abuso por los dirigentes del PP,
empezando por su Presidente, que demuestran algo imperdonable: mala fe. No es
que por circunstancias imprevisibles no puedan llevar adelante sus compromisos,
es que tienen la firme voluntad de no hacerlo y, aún peor, no tuvieron ninguna
intención de ajustarse a los compromisos cuando los firmaron.
¿Qué se puede hacer con gente de semejante jaez? Desde
luego, Ciudadanos no puede hacer caer a este gobierno, pues quien lo sostiene
de facto es el PSOE. Su única opción es denunciar los incumplimientos ante la
opinión pública, de la forma más contundente y pertinaz posible y esperar a que
el mensaje cale en los militantes y el electorado popular el mensaje de que no
se puede apoyar a un partido donde los dirigentes carecen de vergüenza.
Puede ser que no consigan nada y que, además, en una nueva convocatoria
electoral, puedan perder fuerza ante la maquinaria propagandística popular, que
ya ha comenzado a torcer los hechos y a acusar a su socio de deslealtad. Aunque
reputen a Ciudadanos de “partido del IBEX”, no se ha vista nunca una formación
política con menos apoyo mediático y tanta opinión desfavorable (inequívoca
señal de que molestan a todos, buen indicio de estar en la senda correcta).
Pero no podemos perder la esperanza de que los comportamientos
deshonestos no queden sin castigo y que los electores o los militantes del PP
no se conformen con estos dirigentes de otros tiempos y vuelvan sus miradas a
otros que no estén contaminados por el deshonor. Cifuentes mantiene su pacto con
Ciudadanos, y las dos mujeres más poderosas del PP no han hecho una sola
manifestación sobre este asunto, Sáez de Santamaría y Cospedal.
Una vez más, debemos señalar que el tiempo de Mariano Rajoy
ha pasado. Va a ser que el otros Sánchez tenía razón…
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