miércoles, 26 de junio de 2024

¡EL CGPJ, POR FIN!

 

No podía creer que hubieran llegado a un acuerdo PP y PSOE para renovar los asientos del CGPJ después de más de cinco años.  En principio me chocaba porque pensé que sería como en el TC, donde el PSOE puso exactamente lo que quiso, para tener siempre una mayoría clara, indiscutible. Pero, no, diez vocales propuestos por cada partido y ¡sin estar Ricardo de Prada y Victoria Rosell!

Entiendo que es una gran victoria para el señor Feijoo. Ha conseguido evitar la mayoría aplastante, v.g. rodillo, en la institución, con lo que evita decenas de nombramientos sectarios en puestos importantes de la judicatura, y les quita el premio a colaboradores judiciales del gobierno. También ha conseguido evitar a los nacionalistas y la extrema izquierda.

Ante las protestas conjuntas de Podemos, ERC, el desprecio de los nacionalistas y la indignación de Vox, no podemos por menos que estar seguros de nuestra apreciación de este acuerdo como muy positivo. Es la prueba del algodón.

viernes, 14 de junio de 2024

SÍ, ESTA VEZ, SÍ

 

En 1984 vi al grupo YES en Madrid, en el campo del Rayo Vallecano. Era mi grupo preferido, no podía dejar de verlos,  aunque su formación no fuera ni mucho menos la clásica.

Disfruté de buenas canciones, aunque me faltaron muchas que deseaba escuchar y el guitarrista parecía bastante más “heavy” de lo que estaba acostumbrado, el teclista tampoco destacaba. Chris Squire procuraba llamar la atención con algún pesado solo de bajo y sólo la inconfundible voz de Jon Anderson hacía las delicias de la afición (bonito aunque corto “Soon”). Tras unos magníficos “Starship Trooper” y el bis “Roundabout”, salí contento, andando hasta Atocha camino de casa.

El título de la crónica al día siguiente en “EL PAÍS”  se me quedó grabado: “Sí, pero no”. Estaban bien, pero no parecían mucho los YES de siempre. Tocaron mayoritariamente canciones de su disco de ese año, 90125, con su éxito “Owner of a lonely heart”, muy aplaudido. A los amantes de sus discos clásicos no nos convencía.

Este mes, cuarenta años después, fui a ver a YES, lo que queda de ellos, a la sala La Riviera. Desconfiado, claro, con un septuagenario Howe a la cabeza y poco más. El año pasado ya intenté ir a su concierto porque tocaban mi disco preferido, “Relayer”, pero se suspendió. Este año debían tocar, “Tales from topographic oceans”, quizá mi segundo favorito del grupo (aunque en dura pugna con “Close to the Edge” y “The Yes Album”, claro). Me convenció mi hijo Jorge (que hubiera ido conmigo el año pasado y este no podía) y fui.

El concierto comenzó con un par de temas fuera de los clásicos, con relativo interés. Pero la cosa se empezó a animar con “Going for the one” y “I’ve seen all good people”, tocados con pausa y energía, estos sí eran unos YES reconocibles.

Steve Howe está mayor, no hay duda (77), pero sigue manejándose con comodidad a las guitarras. Con más pausa, pero con mucha calidad. Downes acompaña dignamente, sin alharacas, a los teclados. Los “jóvenes”, son un correcto batería, un interesante bajista que además hace lo posible por parecerse físicamente al desaparecido Squire y un cantante también parecido físicamente a Jon Anderson y con una voz bastante similar. Suenan a YES.

El resto de la primera parte del concierto, muy bien, (“Don’t kill the whale”, “Time and a Word”, parte de “America” para lucimiento del señor Howe y “Turn of the century”.

A la hora hacen un descanso de unos veinte minutos (a la edad de don Steve qué se puede pedir). Al público (unos mil como mucho, algo más de media entrada), ya mayorcitos todos, tampoco nos viene mal. Yo aproveché para ver la pequeña exposición de carteles de Roger Dean, el creador de sus más famosas portadas. Cuadros a la venta, muy lejos de mi alcance, he de conformarme con algún póster.

La segunda parte empieza extraordinaria con un “South side of the sky” excelente (gran piano, gran voz). Luego otra canción sin historia de su nuevo disco y por fin, el “Tales”, comenzando con esa especie de oración que recita el cantante hasta que la culmina y comienza la música con las tres notas que dominan todo el disco. Lástima que no oyéramos esas notas. No tocan las canciones completas, sino unos pedazos sueltos de cada, muy bien ejecutados, pero que, a los amantes de ese disco nos dejan un poco apesadumbrados. Si ama usted la novena de Beethoven y sólo le tocan algunas partes de ella en un concierto, por maravillosas que sean, quedará falto de la sensación grandiosa del conjunto. Pero, en general, muy bien ejecutado, con énfasis en el solo de guitarra acústica de “The Ancient” que toca completo el señor Howe (y el final cantado por el vocalista, maravilloso). También reseñar que parte de la afición asistente no era tan fan de YES y se dedicó a hablar a voces durante parte de estos temas, largos, poco comerciales, como si estuviera en una vulgar discoteca. Bastante lamentable.

Los bises: sólo esperaba el habitual “Roundabout”, excelente. Pero nos regalaron un final son “Starship Trooper” con una magnífica guitarra de Steve Howe, mucho mejor que la que recordaba de Trevor Rabin en 1984, y un potente bajo en el “Würm”. Un gran final de fiesta para los fans, que acabaron cantando “Oé, oé oé oé” mientras el grupo saludaba.

En resumen, buen sonido, buena ejecución, unos YES que sí sonaban a YES, que tocaron algunas de sus mejores canciones y nos dejaron muy satisfechos. Por supuesto, nada de espectáculo en el escenario ni grandes juegos de luces y demás. Nada más que música.

Solo desear que vuelvan el año que viene e interpreten “Relayer” o “Close to the Edge”.