sábado, 23 de octubre de 2010

Un gobierno para ilusionar

Espectacular el cambio de gobierno del presidente Zapatero.

Ha aprovechado la anunciada necesidad de cambiar a su ministro de trabajo para llevar a cabo unos cambios en su equipo profundos y sorprendentes. Especialmente sorprendentes para el partido de la oposición, que no sabía el miércoles qué decir sobre el nuevo gobierno, al menos en público. Han perdido, por un tiempo, la iniciativa política, que queda en manos del Vicepresidente.

A estas alturas de la semana, en el PP ya lo van teniendo claro: Rubalcaba es la vuelta del portavoz del gobierno de los Gal, nos espía con Sitel, es un conspirador, menuda eficiencia la suya.

Pues sí, menuda eficiencia la suya: como portavoz del grupo parlamentario en la primera legislatura de Zapatero y como Ministro del Interior en la segunda, dos cargos de extrema dificultad, resueltos con sobresaliente, como es obvio para cualquiera. Y si no, vean las dificultades y mala prensa de los pactos de su sucesor en el Congreso o el cambio total y cerrado en la política anti-terrorista desde que Rubalcaba ocupa Interior.

La verdad es que, para los seguidores del PSOE en la época de Felipe González, es una gran alegría y tremenda esperanza ver en este puesto a Pérez Rubalcaba. Por fin, el presidente cambia, en cierta medida sus prejuicios sexistas y generacionales para poner al frente del gobierno a personas eminente y evidentemente capaces, como Rubalcaba y Jáuregui. Dan ganas de votarles.

No puedo pronosticar que el PSOE consiga recuperar la confianza de los electores en este año largo que le queda hasta las elecciones, pero Zapatero ha tomado una decisión en el sentido correcto. Quizá podría haberla complementado con el nombramiento de alguien que supiera de economía para sustituir a la inexperta e ineficaz, aunque muy bien mandada, Salgado, pero tal vez dé por perdida la batalla económica. Si es así y consigue ganar las elecciones, será un éxito inaudito.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Artechenbauer y sus goles al Betis

Yo siempre cuento la historia de este partido como el mejor que vi en el Calderón cuando era socio del Atleti. Me ha gustado que alguien lo recordara, ahora que ha muerto, por desgracia, uno de sus protagonistas, Juan Carlos Arteche.


Este artículo se publicaba ayer en La Razón:


Artechenbauer y sus goles al Betis

El 6 de noviembre de 1983 llovía con fuerza en Madrid y sobre el Vicente Calderón. Esa tarde el Atlético sometía a examen, contra el Betis, su verdadera propuesta para la campaña. Se disputaba un partido en el que estaban en juego sus opciones de engancharse a los puestos europeos.

13 Octubre 10 - Madrid - Jenaro Lorente-Efe

El cielo había escupido agua durante toda la jornada y el césped del "Manzanares" estaba embarrado, preparado para un combate épico, a la antigua, en el que los jugadores terminan con las camisetas empapadas de barro, sin que se les pueda atisbar los dorsales.

Y allí estaba "Artechenbauer", como cariñosamente le llamaban los aficionados rojiblancos. El "algarrobo" era un central ejemplar. Un defensa todo corazón que se dejaba la vida en cada partido por los colores que amaba. Una persona honrada, que decía siempre lo que sentía. Por eso, pronto se hizo un hueco entre la hinchada rojiblanca, a pesar de sus limitaciones técnicas. No importaba. Arteche se dejaba la piel y encarnaba la furia dentro de un terreno de juego. Esos valores que, quizá, hayan caído ahora algo en desuso.

Y esa tarde estaba Arteche para hacer alarde de ellos. Comenzó marcando Pedraza el 1-0, pero pronto se torcieron las cosas para los locales. Paco y Rincón voltearon el marcador para el Betis antes del descanso y ya en el segundo acto, Parra hacía el 1-3.

Faltaban 40 minutos y se presagiaba que el Atlético concluiría como el día, gris y lluvioso. Sin embargo, en el minuto 55 el alemán Votava acortó distancias (2-3) y llevó la esperanza a la grada gris de hormigón del viejo Calderón.

Y apareció Artechenbauer para anotar dos goles. El empate a tres en el minuto 85 y cuatro después el 4-3, de cabeza, a la desesperada, a la salida de un corner. Un remate de garra debajo de la lluvia. Una estampa inolvidable. Arteche empapado y retorcido de alegría y de dolor por la lesión sufrida tras el tremendo esfuerzo.

En la caída, después de anotar, Arteche se rompió el menisco. Abandonó el césped en camilla, pero en medio de una conmovedora ovación. Una escena que los rojiblancos evocarán siempre. Y Arteche también. Ese era Arteche. Todo corazón y Atlético por los cuatro costados, a pesar de sus diferencias con Jesús Gil, que llegó a despedirle.

En junio de 1988, el polémico ex presidente anunció la suspensión de empleo y sueldo de Landáburu, Arteche, Quique Ramos y Quique Setién. Fue el inicio de sus encontronazos con Gil, que desembocaron en un largo proceso judicial que terminó ganando el jugador, al que se le reconoció el despido improcedente.

Aún así, el triste episodio no mermó el cariño de Arteche por el Atlético, club en el que militó de
1978 a 1988, después de haber despuntado en el Racing de Santander. En el club madrileño jugó 421 partidos oficiales y logró 28 goles. El bravo jugador vistió, además, en cuatro ocasiones la camiseta de la selección española, con la que debutó el 12 de noviembre de 1986 en partido de clasificación para la Eurocopa de 1988. Llegó a disputar otros tres encuentros más y anotó un tanto ante Albania.

Arteche jugó con el Atlético la final de
la Recopa en Lyon (1986) y ganó la Copa del Rey y la Supercopa de España un año antes (1985). Pero, sobre todo, venció el corazón de los rojiblancos. Artechenbauer y sus goles al Betis permanecerán siempre.