El pasado 24 de abril de 2024, hace hoy tres días, el Presidente del Gobierno de España, Don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, publicó en la red social “X” una “Carta a la ciudadanía”. En ella informa de que tomará una pausa en sus actividades públicas para reflexionar si debe seguir en el puesto que ostenta o retirarse.
La pregunta que cabe hacerse inmediatamente es qué decisión
tomará el Presidente, si seguirá adelante con su carrera política o la
abandonará este lunes. Debemos analizar su carta desde un punto de vista racional
para hacer una conjetura sólida.
La razón que expone el señor Sánchez para estar sopesando
una renuncia es la admisión a trámite en un juzgado de Madrid de una denuncia
contra su esposa, Doña María Begoña Gómez Fernández, por tráfico de influencias
y corrupción en los negocios. Según nos informa el Presidente, este es un hecho
de una gravedad tan inusitada, que le mueve a pensar en dejar la política para
no seguir soportando estos ataques contra él y su familia.
Analicemos el hecho: ¿la presentación de una querella en un
juzgado por una asociación privada contra el cónyuge es un hecho de tan grave
importancia como para acabar con la carrera política de alguien? No lo parece.
Sería distinto si la esposa del Presidente hubiera recibido una agresión o
intento de agresión física, si hubiera una continuación en insultos gravísimos
de forma pública, amenazas físicas, intromisión en temas privados muy
personales… Ahí una persona puede encontrar sus límites y hacer una reflexión
como la que el Presidente comparte.
En este caso, no hay ninguna agresión. La señora Gómez puede
ser denunciada en un juzgado como cualquiera de nosotros. Y tiene los mismos
derechos a la defensa. También, seguramente, mejores oportunidades de salir sin
problemas de una causa judicial, pues dispondrá de medios económicos para
sufragarse una defensa de gran categoría, por no mencionar el interés
demostrado ya por la fiscalía, que se ha opuesto ya a la continuación del
proceso. No se ve la ofensa ni el daño. Quizá sí a su reputación, pero es algo
bastante común en personajes públicos y la esposa del Presidente lo es, por su
relación con él y porque ella no ha optado por una vida alejada de los focos
como alguna de sus predecesoras, las esposas de Rajoy y Zapatero, y está en su
perfecto derecho de hacerlo, por supuesto.
Si podemos descartar el terrible e insoportable daño moral
que aduce el Presidente en su misiva, quizá podamos colegir, sin margen de
error, que continuará sin mayores alteraciones en su cargo el lunes. No hay
razón que podamos advertir para lo contrario.
Sólo podría darse una renuncia por motivos basados en hechos
que no conocemos, sobre los que no se puede más que especular. Con los datos
que tenemos, podemos estar firmemente convencidos de que el Presidente lo
seguirá siendo.
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